NO, LA UNIVERSIDAD DE BURGOS NO HA SIDO LA PRIMERA EN DESVELAR EL SIGNIFICADO REAL TRAS LOS NOMBRES DE DIVERSOS TOPÓNIMOS ESPAÑOLES
Recientemente, el pasado 3 de Noviembre, el diario El País en su sección de Cultura publicó un artículo https://elpais.com/cultura/2020-11-02/los-robledales-que-se-convirtieron-en-mezquitas.html sobre cómo la Universidad de Burgos «desvela» el significado real tras los nombres de diversos topónimos españoles según el trabajo del Departamento de Historia de dicha Universidad David Peterson.
El trabajo de Peterson,mezquitas en lugares insospechados, viene a señalar que » los topónimos se complican cuando estos estratos fósiles son manejados por los hablantes de otro idioma (en este caso, el castellano) quienes empiezan a moldear los antiguos nombres hacia formas más compatibles con la lengua materna».
Así Segontia se convierte en Sigüenza o Aitzgaray en Ezcaray.
El historiador recuerda que existe en todo el norte de Castilla una inmensa toponimia vasca… y este es el caso de Mezquita de Arlanzón. El entorno de la mencionada localidad es un espacio agreste poblado por encinas.
Juntado por los hechos, obsevamos que el quejigo,carballo o roble carrasqueño, se denomina ametz en vasco ,dando lugar a formas como amezaga, amezti o amezqueta, forma esta última que origina el nombre del lugar burgualés.
Este hecho no deja de ser un motivo esperanzador y de alegría y de hecho damos la enhorabuena a la Universidad de Burgos y al señor Peterson por haber llegado a una conclusión en sus publicaciones dejando a un lado los prejuicios.
Lo que ya no es de recibo, es que habiendo otros muchos investigadores que décadas antes habían desvelado esta cuestión hayan sido y continuen siendo en la actualidad totalmente ninguneados a pesar de dedicar toda una vida contra viento y marea al estudio crítico, honesto y audaz ( pues en eso se basa la ciencia) es que ahora se «venda» esta cuestión en dicho medio de comunicación como un hecho revelador y novedoso. Por favor , un poco de decencia y seriedad no viene nada mal de vez en cuando.
Y menos cuando las Universidades (nos da exactamente igual la Universidad española como la Universidad de la Comunidad Autónoma Vasca) llevan inmersas en una endogamia, mediocridad, falta de innovación e investigación, cuando no comportamientos que rozan el más puro estilo mafioso.
¿Cómo es posible que el único país de Europa que conserva miles de textos en una lengua prerromana, la lengua íbera, a día de hoy siga sin investigarse ni realizar el esfuerzo de descifrarla por parte de dichas instituciones? ¿Cómo es posible que teniendo a mano el tesoro de la lengua vasca, la lengua más antigua de Europa, siga ésta ninguneada a la hora de tenerla en cuenta para realizar las investigaciones pertinentes? Y así un largo y continuo repertorio de preguntas sin respuesta.
Dicho de otra forma, todo un despropósito en aras de intereses expúreos que nada tienen que ver con la Ciencia y más bien con intereses políticos y económicos.
A día de hoy, en la era de internet, cualquier persona con un poco de interés respecto de la cuestión Vascoibérica que se moleste en investigar encontrará referencias históricas al respecto.
Ya Lucio Marineo Sículo en el año 1553 defendía que los más viejos pobladores de la península hablaban un idioma que en esencia era el mismo vasco actual.
El historiador Esteban de Garibay (1553-1600) afirmaba que la lengua vasca fue la primera que se habló en España.
Wilhelm von Humboldt, Guillermo de Humboldt, fue un erudito y hombre de estado prusiano, uno de los fundadores de la Universidad de Berlín en su Obra los Primitivos Habitantes de España asentó las tesis Vascoiberistas.
Etxabe, Flabio Josefo, Licenciado Poza, Manuel de Larramendi, Lorenzo Hervás y Panduro, Oiheneart, Agustín Xaho…y un largo compendio de investigadores que han continuado hasta nuestros días.
Hoy en día hombres y mujeres, muchas décadas antes de que un periódico haya publicado una noticia como la mencionada con anterioridad, investigadores como Luis Silgo Gauche, Bernat Mira Tormo, José María Canales, Antonio Arnáiz Villena, Jorge Alonso, Juan L. Román del Cerro, Gonzalo Mateo, Antoni Jaquemot , Carmen Jiménez Huertas, Bienvenido Mascaray , Javier Goitia, Jon Goitia y un largo etcétera de nombres (disculpas a todos aquellos que no se han mencionado expresamente) llevan décadas publicando e investigando, pero parece ser que éstos no se merecen una noticia.
Son todos estos hombres y mujeres los que han abierto camino y han asentado las bases de unas tesis y líneas de investigación serias, rigurosas y solventes. No lo ha hecho ninguna universidad ni academia de este país.
Por este motivo a continuación vamos a dejar un artículo y una ponencia para descargar de los hermanos Javier y Jon Goitia respectivamente, los cuales en su día y después de décadas de investigación han continuado la labor de su padre Juan de Goitia y Unibaso y vienen muy al caso respeto del artículo publicado en El País.
Por una parte Jon Goitia investigador y autor del blog «España es palabra vasca» http://www.jrgoitiablanco.com/ expone en esta ponencia «Toponimia traidora» http://euskararenjatorria.net/wp-content/uploads/2018/09/Jon_Goitia.pdf que nombres de lugar aparentemente absurdos no significan lo que aparentemente parecen decir. Y como a través de la herramienta de la lengua vasca podemos descifrar su verdadero significado.
Ni el Monte Perdido se Perdió, ni los prados que se llaman La Ramera hay prostitutas, ni los nombres de lugar que se llaman San Adrián, San Pelayo o Santovenia hay santo ni señor devoto alguno…y evidentemente los nombres de lugar que se llaman Mezquita tampoco hubo musulmán alguno.
Por último y a continuación publicamos un artículo muy interesante que ha escrito Javier Goitia a raíz del artículo mencionado y que también ha publicado en su blog https://eukele.com/mezquita/
Lo dicho, décadas antes tenemos ejemplos de investigadores que asentaron las bases de la interpretación del origen y significado de la toponimia ibérica. Y esto no es una mera cuestión para satisfacer egos personales ni competiciones vanidosas. Simplemente las cosas hay que ponerlas en su sitio. Al César lo que es del César.
MEZQUITA (Javier Goitia Blanco)
Los “wassap” de lenguaibérica rebotan estos días “once and again” la revelación publicada en El País, inglés del Departamento de Historia de la Universidad de Burgos en la que quita la razón a un colega “medievalista” de renombre que había hecho un gran descubrimiento al relacionar un lugar del municipio de Arlanzón (burgos) llamado Mezquita con un oratorio o mezquita musulmana para lo cual presentaba la prueba de un posible cementerio con tumbas de lajas de piedra.
Para los que andamos en estas salsas desde hace medio siglo la verdadera noticia es que los humanistas se disputen entre sí la razón sobre el origen de nombres de lugar y de las funciones de algunas actividades antrópicas del pasado, unos echando mano (por fin) del vascuence y otros basándose en que sus postulados son refrendados por piedras que muestran signos claros de haber sido apiladas por algún motivo religioso.
El profesor Peterson le dice a su colega que lo de sus piedras no vale, que él tira del Euskera para dar con el significado de nombres que parecen otra cosa. Y como es noticia, quizás por el nombre extranjero, El País se lo publica.
Siendo adolescente en Bermeo al principio de los años sesenta y en las tardes otoñales como estas, mientras en una mesa cuadrada con una desnuda bombilla central “de 100 watios”, yo preparaba la lección de literatura, mi ama Agustina escribía la carta para su hijo mayor que estudiaba en Santoña y la pequeña Argi vestía a su muñeca “Mimimi”, aita Juan, cansado de “desempachar” aparejos que los merluceros le regalaban para aprovechar la pita liada en lugar de tirarlos al mar como ahora se hace, se pasó a la investigación y sacando de un hato de periódicos un libro sobado que parecía una enciclopedia, me dijo al oído: “Me lo ha dado el de correos y es una joya”.
“Mañana me hago un atril; vienen todos los pueblos y pedanías de España; esto es lo que yo quería”.
El libro que aita sacó (y aún guardo lleno de apuntes) no era otra cosa que el Nomenclátor para uso de Correos que había sido sustituido por el actualizado y el cartero se lo pasó a Juan, porque sabía su afición a los nombres de lugar.
Este libro fue junto a una Gran Enciclopedia Larousse, el internet de aquélla década para Juan Goitia y una de las primeros nombres de lugar que analizó y comentó a su monaguillo que era yo, fue el de San Martín de La Mezquita (ahora, A Mezquita, más cercano al nombre original), que estaba cerca de San Simón de Santigoso en el borde meridional de Orense lindando con Zamora.
Fue certero; “ahí, me dijo, los moros no han estado ni para pasar con las campanas de Santiago; ese nombre nada tiene que ver con mezquitas, sino con un tipo de robledales”.
Unos años después (año 1970), Juan escribió “España, ¿Ibérica o Vasca? , que entre otras cosas decía que varias mezquitas que había en España, no eran lugares de culto sino puntos remotos donde solo había montes frondosos. No recuerdo quién, pero alguien autorizado, reconociendo que el libro era “una bomba” y siendo yo a la sazón estudiante en Burgos, nos recomendó comentárselo a un tal Sr. Codón que era muy entendido en Toponimia. Este hombre, abogado conocido en Burgos que me recibió al punto, persona de clase alta y muy “afecto al Régimen”, resultó sorprendentemente amable, no le extrañó lo más mínimo que el vascuence fuera una herramienta útil al efecto de la Toponimia, pero tras sugerirme que “dejara algún ejemplar en depósito en la librería de Santiago Rodríguez de la Plaza Mayor”, me advirtió que no esperáramos éxito porque las tesis oficiales iban por otro lado.
El pronóstico de Codón resultó acertado y aquí andamos, más de medio siglo después los dos hijos de Juan faenando con las herramientas actuales para ver si el barreno entra por fin en esa roca tan dura que es la academia¹ y podemos meter un primer cartucho que remueva tan duro corazón para que las raicillas de la Razón entren en las fisuras y abran paso a conceptos y herramientas nuevas.
Teniendo las ideas y los postulados de aita, hoy en día es relativamente fácil multiplicar las pruebas por diez o por ciento, porque Internet es el mayor acontecimiento para la investigación que haya sucedido en este mundo desde que se encontró la Piedra Roseta y hoy en día, me ha costado menos de media hora acceder a los casi tres cientos de mezquitas y derivados que hay en España (aparte del lugar de Arlanzón que citaba Peterson).
Rebobinando, estudiante en Burgos, no pude evitar estar en la romería de primavera que se celebraba entonces en las campas de del Monasterio de San Juan de Ortega (en la aldea del mismo nombre, a menos de un kilómetro de la raya Norte de Arlanzón), tras haber pasado por la ermita de Nuestra Señora del Rebollo (en la imagen) cruzando el alto del Monte del Rebollar agotando la cantimplora que llenáramos hacía menos de una hora en la Fuente del Piojo.
Rebollo, Rebollar, Piojo, Galarde, Las Rosas, Zarrazuela, Izarce, Zalduendo, Marigarcía, La Rasilla, Traslaliebre, Agés, Roblesgordos o el propio Arlanzón (“pastizal bueno del lapiaz”) y la citada Mezquita, son topónimos del entorno, que bien en un neto Euskera, bien en su expresión castellana, nos dicen lo que significan los lugares y –entre otras cosas- que allí, en un tiempo, hubo robles, muchos robles y de varias especies.
No hay novedad alguna en esto llegue a los periódicos con medio siglo de retraso: Es la tónica de un ejercicio delincuente del Conocimiento que manejan los poderes citados. No obstante esta suerte de freno de mano atorado, el suceso supone la alegría de que otros buscadores den con la misma clave y eso anima la esperanza de que entre algo de “tres en uno” en esa palanca del freno, la aligere y se abandonen de una vez reticencias como otra que se encuentra a cada paso y que por negar que el Euskera y el Ibero están en los cimientos de la latinidad, tratan a los sufridos estudiosos con el injusto desdén de los borrachos por el agua, alegando que “los nombres de aspecto vasco se produjeron con la repoblación medieval de las tierras vacías”.
Tierras vacías que nunca existieron como lo demuestran los –casi- dos millones de topónimos que nadie ha conseguido borrar.
Para quien no se haya cansado de leer esto, aporto un resumen de los nombres de lugar con parentesco respecto de Mezquita en España.
Es necesario comenzar con la Comarca de A Mezquita en el extremo suroriental de Orense con centro en la aldea del mismo nombre. Se repite en otra aldea de igual nombre en el Valle de Allariz, también de Orense.
En la cola del embalse de la Sotonera, en Huesca, hay un Castillo y Balsa de La Mezquita.
En el extremo oriental de la Sierra de Filabres en Almería, a 1.063 metros de altura está el Alto de Mezquita, pero hay más altos con nombre de mezquita, como los de Marimezquita en el curso alto del Turia en Teruel.
Y media docena de Arroyos de la Mezquita, desde la Sierra de San Pedro en Cáceres hasta Melilla, donde uno de los doce arroyos que llegan a la ciudad, tiene ese nombre.
Además hay barrancos, casas, caseríos, castillos, cerrillos y cerros, charcas, collados y cortijos de La Mezquita; también hay la Hoya y la Joya de la Mezquita, cerca de Luciana (Ciudad Real) y Torrelavega respectivamente. También hay más de treinta lugares que se llaman “La Mezquita” y cuatro que se conocen como La Mezquitilla, pero, ¡ojo!, no se crea el lector que ahí se acababa el repertorio, porque también las hay en plural, otros siete lugares en que debía haber más de una mezquita, porque se llaman Las Mezquitas y otros pocos en los que lo abundante debían ser mezquitas pequeñas por llamarse Las Mezquitillas.
Hay, finalmente, lomas, montes, picos, piedras y hasta una Playa de la Mezquitilla, esta en Málaga y muy cerca del promontorio de La Meca y –como no podían faltar-, hay pozos, prados, ramblas, valles, vallejos y hasta una Venta de la Mezquita; en total más de doscientos lugares.
Curiosidades geográficas y lingüísticas llevan a que en las zonas españolas de lengua catalana, las mezquitas se escriban preferentemente con ese y con una “t” sonorizada a “d”, así, Mesquitas y Mesquidas pasan de medio ciento. Otrosí hay que decir de las zonas donde históricamente se ha hablado Euskera, que se encuentra docena y media de variantes como Amezketa, Mezkia, Mezkiturri, etc. y unas pocas del tipo Ameskoa.
Nombres que no se limitan al territorio español, ya que en Portugal hay docenas de ellos escritos con otra grafía como Mesquita, Mesquitela y Mesquinhata, que se repiten con distintas precisiones, nombres que en Italia se escriben con “sch” como en Meschio, en Francia, Masquieres, etc.
[1] Con academia me refiero al estatus actual de la cultura, Academias de la Lengua, Universidad, corrientes culturales, medios de comunicación, editores…
OK, poco a poco se hará la luz en las tinieblas, hace un año en Valladolid ya explicamos como Rueda, Valladolid, Pucela, Labuena, etc. son voces vascas.
Como lo son Castilla, Santoña, Málaga, España, Portugal, Formigal, Madrid, Mezquita, Medina, Roma, Boloña, Grecia, Turquia, Capri, El Vesubio, o Capadocia.
O que San Vicente, San Vicentejo, San Juan, Santa Pola, San Pantaleón, Santana, etc. no son lugares donde hubo santos varones cristianos, sino accidentes del terreno.
Seguiremos contra viento y marea, estoy a punto de dar a luz un libro donde rebato la totalidad de las teorías de Michelena en el caso de los «préstamos» del latín al euskera (que en realidad son del euskera al latín), y de la antigüedad del dialecto de Bizkaia.
Y sobre las actuaciones ridículas de Gorrochategui, Lakarra, Santana y Abaitua en los casos de «La vasconización tardía», los informes al juzgado de Vitoria por «Iruña Veleia» y el blog. «Trifinium»
No los critico por hacerlo, sino con todo tipo de argumentos para hacer ver que carecen de la mínima idea sobre como funcionaba la lengua vasca, y que «el huevo de la serpiente» se encuentra depositado en las Universidades, en especial en las del Pais Vasco.
Saludos y abrazos.